En la pintoresca localidad de Gumiel de Izán, ubicada en el corazón de la Ribera del Duero Burgalesa, se despliega un tapiz de viñedos que forman parte de un legado vinícola histórico. Este año de heladas, la vendimia ha sorprendido a propios y extraños por su calidad excepcional, augurando una temporada que ya se cataloga como inolvidable. La bodega Viejas de Izán, un referente en la región, se ha convertido en un símbolo de la tradición vinícola, cuidando con esmero su colección de viñedos centenarios que se alzan majestuosamente a 900 metros de altitud. Estas tierras, bendecidas con suelos calizos y arenosos, brindan el terreno fértil para el cultivo de la uva Tempranillo, la joya de la corona en su oferta vitivinícola.

El manejo de los viñedos de Viejas de Izán es una simbiosis perfecta entre tradición y meticulosidad, donde cada paso en el proceso de vinificación es supervisado por un equipo de profesionales apasionados que dedican su vida al arte del vino. La cosecha de este año ha resultado ser una sinfonía de elementos favorables, desde las condiciones climáticas idílicas hasta el compromiso incansable del equipo de vendimiadores. Las noches frescas y los días templados de finales de septiembre han sido el preludio de una maduración de la uva que roza la perfección, culminando en una recolección iniciada el 2 de octubre que promete ser el prólogo de una añada que apunta a ser legendaria.

La meticulosidad no se detiene en el viñedo; la selección de la uva es un acto casi sagrado en Viejas de Izán. Cada viñedo, cada cepa es examinada con una precisión que va más allá de lo ordinario, asegurando que solo los mejores frutos se transformen en vino. Esta dedicación ha dado sus frutos, literalmente, con más de 10 viñedos que resaltan por su excepcional aporte a la calidad del vino final. Cada racimo escogido es un testimonio de la pasión y el respeto por la tierra y su herencia.

El resultado de tan laboriosa vendimia es palpable en cada botella que emerge de Viejas de Izán. Desde su primera añada en 2019, la bodega ha visto cómo su vino no solo se consolidaba en el mercado sino que trascendía en calidad, superando las expectativas año tras año. La bodega no solo es un lugar de producción; es un centro de encuentro para los amantes del vino, donde cada sorbo cuenta la historia de la tierra y la dedicación de su gente.

En nuestro restaurante «Nuevo Coto», los comensales tienen el privilegio de ser parte de esta narrativa, disfrutando de vinos que no son meras bebidas, sino embajadores de la Ribera del Duero Burgalesa, llevando consigo el espíritu y la esencia de una vendimia que se proyecta entre las más memorables de la historia.

No dejes de probarlo con nosotros!